EL PROFESOR FRONTELA
La misma tarde que estaban desenterrando los cuerpos de las tres niñas, "alguien" de la Guardia Civil realizó una llamada de teléfono a la Cátedra de Medicina Legal de la universidad de Sevilla. Su titular, el catedrático don Luis Frontela, uno de los más prestigiosos forenses de nuestro país, recibió la noticia del hallazgo de los cuerpos sin vida de Miriam, Toñi y Desirée, a la vez que se le pedía que participase como forense en las autopsias que se realizarían a los cadáveres.
El profesor Frontela aceptó el requerimiento que le hizo el desconocido mando de la Guardia Civil (desconocido por la proverbial discreción del doctor Frontela que no ha querido que se hiciera público el nombre) y se puso en contacto telefónico con el Cuartel de la Guardia Civil de Llombay, donde el "desconocido" le había comentado que se llevarían los cadáveres.
El profesor mantuvo una breve conversación con el doctor Ros, el forense que había participado en el levantamiento, y éste le dijo que no era necesaria su colaboración, que ya se había organizado un equipo de forenses valencianos que iban a ser los que realizarían las autopsias.
Pero, además del desconocido mando de la Guardia Civil, había más personas que deseaban que el doctor Frontela participara en las autopsias de las niñas. Una de ellas era el teniente de alcalde del Ayuntamiento de Alcácer, José Manuel Alcayna, quién se lo contaba de esta forma al escritor y periodista Fernando Martínez Laínez:
"Todo empezó cuando el teniente coronel Miranda, Jefe de la Agrupación de Valencia, me aconsejó la intervención del doctor Frontela. Francisco Granados, el delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana estuvo de acuerdo, y el asunto pareció resuelto. A la mañana siguiente, a las diez recibo una llamada del profesor Frontela, a quién ya se le había dicho por los representantes de la Guardia Civil que iba a intervenir en el caso como forense, complementando al equipo de Valencia. Pero Frontela había hablado con el forense del juzgado y le había dicho que no era necesaria su presencia, porque la autopsia se realizaría esa misma noche y difícilmente iba a poder llegar a tiempo. Cuando Frontela me dice a mí esto, habiendo hipotecado ya la palabra del teniente coronel Miranda y del delegado del Gobierno, y sabiendo bien cual era la opinión del colectivo de padres, le contesto que coja el primer avión de Sevilla y se venga a Valencia…Entonces parece que empiezan los problemas porque no está bien visto por parte del equipo médico-forense de Valencia la intervención de Frontela. Además, se necesitaba la requisitoria legal. Para que Frontela pudiese actuar era necesario que los padres se presentasen como acusación particular. Entonces, cojo a los tres padres y nos personamos en Alcira, y el juez Bort, muy a regañadientes, autoriza la intervención del doctor sevillano.
Mi opinión particular -dijo Alcayna- es que el juez es muy joven, y el caso le vino, quizás, excesivamente grande, y se dejó aconsejar por las personas que tenían entidad para ello, como era el propio equipo forense de Valencia.
En una reunión celebrada en el Instituto Anatómico Forense, después de dejar hablar a las otras partes, tuve que plantar un poco la caña -comentó Alcayna- y decir que no era de profesionales los comentarios que allí se estaban produciendo sobre el doctor Frontela. Y que si nos equivocábamos, se estaban equivocando los propios padres como acusación particular, y ése era un tema que ya no les competía a ellos".
Llamaba la atención que el máximo responsable de la Guardia Civil de Valencia, el teniente coronel Miranda, recomendara la participación del famoso forense sevillano, algo que causó un profundo malestar entre los médicos valencianos. Sus motivos tendría para no confiar demasiado en la pericia de los forenses supuestamente designados por el juez.
Lo cierto es que la llegada del profesor Frontela al Instituto Anatómico Forense de Valencia causó una gran conmoción, produciéndose incluso un fuerte altercado entre familiares de las niñas y vigilantes del Instituto, cuando éstos prohibieron la entrada al profesor.
El director del Instituto, Alejandro Font de Mora, justificaba de esta forma el que no hubieran dejado intervenir al profesor Frontela en las primeras autopsias:
"No conocimos la venida del profesor Frontela hasta mediada la segunda autopsia. Nos cogió un poco por sorpresa, pues estábamos trabajando, y esto hay que plantearlo como un trabajo en equipo; es como si a mitad de un partido de fútbol del Valencia llegase un delantero del Sevilla para incorporarse".
Finalmente, el juez Bort, "muy a regañadientes" autorizó la intervención del profesor Frontela, quién comenzó su autopsia a las seis de la tarde del día siguiente, 29 de enero. Una segunda autopsia en la que estuvieron presentes como "observadores" los seis forenses de Valencia que habían realizado la primera y dos guardias civiles que fotografiaron y filmaron en vídeo las operaciones.
Cuando el profesor Frontela y su ayudante el doctor Montes concluyeron su trabajo, se facilitó la siguiente nota a los medios de comunicación:
INSTITUTO ANATÓMICO FORENSE - VALENCIA
En primer lugar debemos precisar que nos encontramos todavía limitados por la situación de secreto de sumario que nos impide dar cualquier tipo de detalle en relación con los hechos investigados, siendo el objeto de este comunicado informar sobre el proceso de investigación médico-legal empleado en este caso, cuya trascendencia social es obvia.
Con fecha de ayer, y desde las 9 hasta las 17 horas ininterrumpidamente, se practicó a autopsia de los tres cadáveres a cargo de un equipo integrado por cuatro médicos forenses y dos profesores de la Cátedra de Medicina Legal de la Facultad de Medicina de Valencia. Los hallazgos obtenidos en esta autopsia han permitido establecer un diagnóstico cierto de la causa de la muerte y de la existencia de otras violencias que concurrieron en el fallecimiento de las víctimas.
En el día de hoy, y una vez que procesalmente ha sido posible, ha intervenido como perito a instancia de parte personada en el procedimiento el profesor Frontela, quién ha efectuado un segundo examen de los cadáveres, en presencia de los miembros del equipo que ayer practicó las autopsias y con apoyo técnico de este Instituto Anatómico Forense. Los resultados de este segundo examen coinciden plenamente con los obtenidos tras la práctica de las autopsias del día de ayer.
No obstante, hay que señalar que la investigación médico-legal de los hechos se encuentra en una fase no definitiva, en cuanto que falta conocer los resultados de las numerosas pruebas analíticas solicitadas al Instituto Nacional de Toxicología de Madrid y al Gabinete de Policía Científica de la Guardia Civil, así como de los estudios que el profesor Frontela va a realizar en el laboratorio de la Facultad de Medicina de Sevilla. Por ello, la colaboración entre los peritos actuantes continuará en un futuro inmediato hasta la terminación definitiva del estudio médico-legal.
Pese a que no se puede considerar concluida, pues, la investigación, y sometiéndonos a las limitaciones impuestas por el secreto del sumario, podemos manifestar que los hallazgos obtenidos permiten efectuar una reconstrucción suficientemente precisa de los hechos a pesar de tiempo transcurrido. Todos estos datos constituyen un importante cuerpo de evidencias que a no dudar contribuirán de forma efectiva a la resolución del caso.
Firmado: Prof. L. Frontela Prof. A. Font de Mora Prof. F. Verdú
El anterior comunicado pretendía quitar importancia a la polémica suscitada entre los médicos forenses, una polémica que había saltado a las páginas de los periódicos.
Según publicaba un diario de Valencia:
"Los dos equipos médicos que practicaron las necropsias, el del Instituto Anatómico Forense y el encabezado por el catedrático sevillano Luis Frontela, protagonizaron diversos enfrentamientos abiertos con motivo de las autopsias, según fuentes de la investigación. El equipo de Valencia recibió con muchas reticencias la noticia de que Frontela iba a participar en los exámenes, ya que los forenses valencianos se lo tomaron casi como un insulto.
Por su parte, el catedrático de medicina legal se mostró muy enfadado cuando, al llegar de Sevilla, sus colegas de Valencia le impidieron la entrada a la primera necropsia, argumentando que no podía colaborar con ellos a menos que lo autorizase el juez. Frontela, que llegaba con la aureola de haber resuelto el crimen de la niña de Huelva por el que fue condenado "El Boca", se tuvo que conformar con irse al hotel y esperar a que el juez instructor le dejase buscar en los cadáveres hasta el día siguiente. Las ganas de intervenir llevaron a algunos forenses a pedir incluso una tercera autopsia, a lo que el juez se negó rotundamente".
Incluso el propio director de Instituto Anatómico Forense, Alejandro Font de Mora, reconoció a los periodistas las discrepancias habidas:
"Por un malentendido, tal vez por un afán de protagonismo, se produjeron discrepancias, las cuales solamente benefician a los criminales. Cuando fue autorizado a hacer su trabajo, lo hizo y dio un comunicado en el que reconocía la labor realizada por los profesionales de Valencia. La segunda autopsia sirvió para una comprobación de lo que aquí ya habíamos hecho; tomó algunas muestras adicionales, y si ello ha servido, aunque nada más fuera para que los padres de las niñas se queden más tranquilos, nos damos por muy satisfechos los forenses de Valencia".
Sin embargo, el profesor Frontela consideraba mucho más grave lo ocurrido y así se lo hizo saber por escrito al abogado de las familias, Luis Miguel Romero Villafranca, el día 2 de febrero.
Estimado D. Luis Miguel:
Este escrito contiene tres apartados, los dos primeros le ruego los considere estrictamente confidenciales, aunque en caso necesario puede compartirlos con sus clientes, a los que ruego la misma reserva, dado que por cuestiones éticas, de relaciones entre médicos, no deseo que trascienda lo que señalo en esos dos primeros apartados, para que esos profesionales no queden en mal lugar; salvo que en un determinado momento acordemos otra cosa porque usted crea que de seguir con el secreto perjudicaría los intereses de un tercer.
APARTADO PRIMERO.
(Incidencias).
Antes de comenzar a realizar nosotros las segundas autopsias, los médicos forenses que efectuaron la primera autopsia se reunieron conmigo, señalándome la desagradable situación que se les había planteado ante la opinión pública, porque parecería que su trabajo no había sido adecuado; les indiqué que yo únicamente cumplía un encargo de las familias de las víctimas, colaborando en el esclarecimiento de los hechos.
El director del Instituto Anatómico Forense propuso, de acuerdo con los médicos forenses y profesores de la Cátedra de Medicina Legal de Valencia, que se redactase un comunicado conjunto con destino a los medios informativos, a través del cual quedase limpia su imagen, y de ahí que firmásemos el comunicado cuya fotocopia le adjunto.
Transcurridas unas dos horas de realización de las segunda autopsias, tuvo lugar el siguiente diálogo:
El Dr. Verdú (al parecer profesor de la Cátedra de Medicina Legal de Valencia y que intervino en la primera autopsia) me dijo, con bastante enfado (siendo testigos doña María Graván y un guardia civil): "Prof. Frontela ¡está usted haciendo una autopsia muy minuciosa!".
Prof. Frontela: "estoy haciendo una autopsia como siempre la hago, minuciosa, responsable y científica".
Dr. Verdú: "Es que eso no es lo acordado, quedamos en que Vd. sólo cogería pelos para estudio criminalístico".
Profesor Frontela: "Sería una inmoralidad por mi parte hacer un simulacro de autopsia, y yo no hago inmoralidades sino que cumplo con la misión que me ha sido encomendada y de la forma más responsable y eficaz, así que las autopsias las efectuaré con la técnica que estime más correcta".
Dr. Verdú: "Eso no es lo acordado".
Profesor Frontela: "Lo único que se acordó es la realización de un comunicado conjunto y, desde luego, nunca la forma en que yo haría las autopsias porque, como perito, debo cumplir con mi deber de la forma más honesta y más experta posible, al igual que supongo Vds. harían de actuar como peritos honestos".
APARTADO DOS.
(Primera autopsia)
Sinceramente, la primera autopsia efectuada a los cadáveres de Desiré, Antonia y Miriam fueron decepcionantes, mediocres por no decir pésimas. Le indico algunos de los muchos errores que observé se habían cometido en el transcurso de su realización.
a) Las ropas de las víctimas se hallaban completamente empapadas en agua e introducidas en bolsas de plástico; esto es un atentado contra los principios más elementales de criminalística porque con esta torpe maniobra, las manchas de sangre, de saliva, de esperma y otras que pudieran existir, se desnaturalizan, se invaden por hongos, se pudren más de lo que estaban y muchos indicios de interés criminalístico pueden perder su valor o desaparecer.
Cuando de un cadáver se retiran ropas o muestras húmedas o mojadas, éstas deben secarse inmediatamente o con la máxima urgencia posible; una vez secas se conservan normalmente inalteradas manchas e indicios, este es un principio básico que no cumplieron quiénes efectuaron la primera autopsia.
b) Según el estado que presentaban las ropas, éstas o no habían sido estudiadas en el transcurso de la primera autopsia o no con la suficiente minuciosidad y criterio científico, y en ellas hay indicios de gran interés.
c) Cuando nosotros efectuamos a segunda autopsia, los cadáveres habían sido decapitados por los Médicos Forenses y posiblemente enviadas las cabezas a otro centro, así como extirpados genitales y manos.
Esto me indica que los Médicos Forenses o el equipo que intervino no domina las técnicas de realización de autopsias, de interpretación y criminalísticas; no hacía falta efectuar tales amputaciones, con una toma de muestras adecuada hubiese sido suficiente.
d) Me alarma haber entendido, entre las opiniones de alguno de los médicos forenses, sus dudas acerca de si hubo penetración peneana o introducción de palos.
e) Cuando pregunté a los Médicos forenses donde estaban los pelos de cada una de las víctimas, para tomar muestras independientes de cada una de ellas, que pudieran servir para ulteriores constataciones criminalísticas, para mi asombro me dijeron que los pelos de las tres víctimas se hallaban mezclados; en efecto, en vez de tener la precaución de separar los pelos de cada víctima, ¡estaban todos mezclados formando una pelota entre las extremidades de uno de los cadáveres!
f) ¡Alarmante!: Los Médicos Forenses que realizaron la primera autopsia no efectuaron la correcta disección y autopsia de las extremidades de las víctimas, lo cual tuvo que ser efectuado por nosotros. Este aspecto tiene gran trascendencia y pudo haber tenido consecuencias desagradables porque, por la descripción que efectuaba un médico forense de las lesiones que tenían las víctimas, me da la impresión que no han sabido delimitar correctamente lo que son transformaciones cromáticas putrefactivas de las verdaderas violencias.
Esto es especialmente grave porque, de no haber intervenido nosotros para aclararlo, podría ocasionar notables discrepancias a la hora de constatar las declaraciones de los procesados con la realidad de los hechos y la reconstrucción del suceso, e impediría conocer la exacta verdad de lo sucedido.
g) No habían sido realizadas radiografías previas a los cadáveres, las cuales deben efectuarse en estos casos; radiografías que tuvimos que efectuar nosotros y cuyos originales quedaron en poder del juzgado, aunque nos dieron copias.
Me pregunto: Si las partes esenciales de los cadáveres, cabeza, manos y genitales habían sido extirpadas y enviadas a otro lugar, las pocas partes que quedaban en el cadáver no habían sido estudiadas convenientemente. ¿Qué han efectuado en la primera autopsia?.
Los orificios de disparo por arma de fuego los ve cualquier persona, casi un profano, por lo tanto la identificación de la causa de la muerte la tuvieron fácil, ¿y los demás problemas médicolegales y de criminalística?
Me consta que los médicos forenses me han puesto, y siguen queriendo poner, todos cuantos obstáculos puedan para impedir mi labor; prefiriendo queden sombras con tal de salvar su orgullo.
TERCER APARTADO
Nosotros estamos en condiciones científicas y de apoyo técnico para esclarecer totalmente los hechos, con objetividad, reconstruir la verdad de lo sucedido y, a través de indicios, identificar a los verdaderos autores en cada una de las fases; para poder efectuar la pericia encomendada y dado que nos habían quitado de los cadáveres partes importantes, de momento, es imprescindible que nos sean enviados los siguientes elementos:
1º.- Todas las fotografías que fueron efectuadas en el transcurso de la realización de la primera autopsia, con descripción de lo que representan, dado que nosotros no vimos partes de los cadáveres que faltaban y es necesario que comprobemos el estado de las víctimas desde antes de ser retirada la ropa, hasta el aspecto de los tejidos en el transcurso de la primera autopsia (indicaron que me enviarían urgentemente las fotografías, incluso creí que me las iban a entregar al finalizar las autopsias que realizamos, y aun no las he recibido). (Con carácter de urgencia).
2º.- Fotografías realizadas en el transcurso del levantamiento de los cadáveres (debemos correlacionar determinadas marcas que había en la piel de los cadáveres y la distribución de manchas con las posiciones de los cadáveres en el lugar del suceso, para la correcta interpretación de algunos signos).
3º.- Dado que hemos comenzado el estudio de las ropas de las víctimas, no es prudente devolverlas hasta que terminemos de efectuar todas cuantas operaciones sean necesarias.
4º.- Es necesario que nos sean enviadas muestras de pelos de los sospechosos, para cotejarlas con los pelos hallados en la ropa, a fin de conseguir pruebas rotundamente identificativas de los autores.
5º.- Elementos importantes es la determinación de las distancias a que fueron efectuados los disparos, posiciones, direcciones y la indagación de otras violencias, aclarar que clase de acceso carnal hubo y toda una abundante serie de detalles de interés para la completa reconstrucción del suceso, a tal fin necesitamos disponer de:
a) Las cabezas, manos y aparatos genitales extirpados de las víctimas, una vez que hayan terminado su estudio. Si a consecuencia del estudio realizado, partes de estos tejidos se han tenido que destruir, que nos envíen fotografías que se hayan efectuado de los mismos antes de su destrucción y resultados de los análisis y estudios efectuados.
b) Un ejemplar de cada una de las preparaciones histológicas obtenidas o que puedan efectuar.
6º.- Pelos y demás indicios encontrados en vehículos, casas u otros lugares, en relación a los sospechosos, a fin de cotejarlos con los pelos y fibras de las víctimas.
7º.- Relación y detalle de las ropas que vestía cada víctima, sus edades y de otros detalles de sus características físicas.
En cuanto a nuestro trabajo, va a ser desinteresado, no voy a cobrar honorarios, únicamente el abono de los gastos tenidos con motivo de los desplazamientos a Valencia, en virtud del ofrecimiento que me hizo el teniente de alcalde.
Estoy a su disposición para cualquier duda, aclaración o ampliación de información.
Atentamente le saluda
Luis Frontela Carreras
El profesor Frontela, catedrático de universidad, ponía claramente de manifiesto el nefasto trabajo realizado por sus colegas de Valencia, algo que iba a demostrarse en el informe que éstos realizaron, en el que las dudas e incógnitas superaban con mucho a los datos comprobados.
Pero, además esta carta aportaba un detalle importantísimo: "los cadáveres habían sido decapitados por los médicos forenses, así como extirpados genitales y manos". Este dato demostraba varias cosas:
1.- Que los forenses de Valencia no le habían facilitado información alguna al profesor Frontela acerca de cómo habían aparecido los cadáveres, ni de los datos que ellos habían obtenido en la primera autopsia.
2.- Que no se habían desprendido las cabezas de los cadáveres por efecto de la putrefacción. "Los cadáveres habían sido decapitados", pero no como pensaba el profesor Frontela por los forenses, sino por los asesinos. Porque si el desprendimiento de las cabezas hubiera sido natural, un catedrático de Medicina Legal, como el profesor Frontela, con más de 4.000 autopsias realizadas, no hubiera empleado jamás el término "decapitación".
3.- Que las dos manos que les faltaban a las niñas, la izquierda del cadáver número dos y la derecha del cadáver número tres, tampoco se habían caído por efecto de la putrefacción, sino que "habían sido extirpadas" igualmente por los asesinos, no por los forenses de Valencia. Como en el caso de las cabezas, el profesor Frontela se hubiera dado cuenta, sin ningún género de dudas, si los forenses hubieran amputado cuatro de las seis manos y las otras dos se hubieran desprendido de forma natural. Sin embargo, no fue así.
Para finalizar con la carta, había otro dato en el que el profesor Frontela no se iba a equivocar en absoluto: "Me consta que los médicos forenses han puesto, y siguen queriendo poner, todos cuantos obstáculos puedan para impedir mi labor; prefiriendo queden sombras con tal de salvar su orgullo". Algo que iba a volver a comprobar muy pronto.
Cuando el doctor Frontela finalizó las segundas autopsias le pidió autorización al juez Bort para poder llevarse a su laboratorio de Sevilla las ropas de las víctimas para analizarla. El juez no puso ningún inconveniente y el profesor cogió las tres bolsas de plástico "llenas de agua" donde estaban depositadas las ropas y se las llevó. Al día siguiente, cuando los forenses de Valencia se dieron cuenta de esto, acudieron a toda prisa al Juzgado de Alcira, para pedirle al juez Bort que ordenase inmediatamente al profesor Frontela que devolviese las ropas, nadie sabe porqué ni para qué. Y el juez Bort les hizo caso.
El día 6 de febrero, el profesor Frontela remitía el siguiente escrito al Juzgado:
En cumplimiento del contenido de su telegrama que me fue entregado por el bedel del Instituto en la tarde del día 4 de Febrero, aunque el telegrama tiene fecha 2 de Febrero, adjunto remito a V.I. las muestras que estábamos estudiando. No hemos podido completar el estudio de todas ellas, dado que le interrumpimos cuando recibimos la orden envío. En el día de ayer, el letrado de la acusación me indicó que iba a hablar con V.I. y me comunicaría la decisión del envío o no de las muestras, al no haber recibido noticias de él, se las remito a V.I. sin demora.
De algunas prendas, por ejemplo de los pantalones ya habíamos tomado muestras que en gran parte teníamos en maceración para investigar diversos residuos orgánicos, el resto que no habíamos macerado, es enviado también.
Respeto y acato las decisiones de V.I. aunque no comprendo los innumerables obstáculos que se nos ponen para que podamos efectuar una pericia objetiva, científica y completa; al no sernos facilitadas las diferentes muestras que necesitamos, nos es imposible realizar la pericia encomendada a instancia de parte, que tenía por objeto contribuir a esclarecer la verdad de lo sucedido y la detección de indicios identificativos de los autores.
Entendí, antes de comenzar a realizar las segundas autopsias, que dado que de los cadáveres habían sido extirpadas partes esenciales, se me entregarían inmediatamente fotografías efectuadas en el transcurso de la primera autopsia y toda clase de muestras para cumplir nuestra misión, incluso que en la mañana siguiente se llamaría a la Guardia Civil a fin de que me enviasen los pelos o indicios hallados en vehículos de sospechosos, y no solo no se me envían las muestras sino que además me retiran las que teníamos.
De saber que no iba a contar con los elementos necesarios no hubiese aceptado la pericia ni realizado las segundas autopsias porque tengo por costumbre apoyar mis conclusiones y el desarrollo de mis informes en hallazgos objetivos y, por tanto, si no se me facilitan las muestras y elementos necesarios, por honestidad profesional, debo renunciar a una pericia que me es imposible efectuar.
Quede claro que si firmé un comunicado conjunto con quiénes efectuaron la primera autopsia fue porque entre médicos es costumbre ética no desautorizar a quienes intervinieron antes en el tratamiento, por ejemplo de un enfermo; esto no quiere decir que esté de acuerdo con la primera autopsia realizada, por muchas razones, entre otras porque los cadáveres no tenían ya cabezas ni manos ni genitales y ni siquiera conozco el informe o conclusiones de la primera autopsia, por tanto mal puedo estar de acuerdo con lo que no he visto.
Meses después, el profesor Frontela iba a revelar un nuevo dato demostrativo de las extrañas trabas que se le habían puesto en su trabajo:
No puedo hablar directamente de mi intervención pericial pero le voy a decir un detalle que hasta ahora nadie conoce y lo va a conocer usted en primicia de uno de los detalles que suponen la rareza del caso.
Yo estaba la noche de las autopsias. Iba a intervenir en un programa de Paco Lobatón (¿Quién sabe dónde?) que se realizaba en directo y en ese momento me llama el secretario de Estado para la Seguridad, don Rafael Vera y me dice: "Mire usted tenemos una serie de pelos que muy presumiblemente son de los asesinos y nos gustaría que usted los analizase".
Digo bueno, yo me pongo a disposición de ustedes y además si a mi me ponen tales medios en un transcurso de dos horas, de cuatro horas o de unas pocas horas nosotros podemos saber.
Y me dice: "Son pelos muy interesantes que se han hallado en el coche y señalan quienes son los homicidas probablemente".
Yo, acepté realizar estas pruebas. Me dijo que en diez minutos el delegado del Gobierno pondría a mi disposición un vehículo oficial para trasladarme a la comisaría y con todos los medios para poder realizar el estudio. Pero, misteriosamente, cinco minutos después habían desaparecido todos los pelos y recibo la asombrosa comunicación de "mire usted los pelos ya no están en Valencia, no sabemos donde están, posiblemente están en el camino de Madrid".
Simplemente para mi supuso el segundo gran contratiempo en el caso de Alcácer.
Cuando se le preguntó al profesor cómo se podían haber perdido esos pelos, su contestación demostraba la profunda tristeza y desesperanza que le estaba provocando este caso:
"Se pierden pruebas, se pierden los papeles y se pierde la dignidad".
El camino del profesor Frontela por el "caso Alcácer" iba a estar sembrado de afiladas y dolorosas espinas. Todo por cometer un gran pecado: querer averiguar la verdad.
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